Los pies son los que soportan, por así decirlo, todo este peso. Durante el día los sometemos a un esfuerzo continuo, además de utilizar diferente tipo de calzado, llegando incluso a veces a cambiarlo varias veces al día.
Calzado cómodo: Esto, aunque parece que siempre se dice, es algo fundamental y esencial para nuestros pies. Hay determinados tipos de calzado que no son adecuados para los pies. Los zapatos estrechos en la parte delantera pueden oprimir nuestros pies y los dedos, provocando problemas como formación de callos, juanetes o encarnación de uñas. Así pues, lo indicado son zapatos anchos.
Cuidado especial al final del día: Al terminar cada día, debemos darle un trato especial a nuestros pies. Para ello, lo mejor es lavarlos cuidadosamente, con agua y jabón, y secarles bien. A continuación, es una buena idea aplicarles crema hidratante, a la vez que los masajeamos suavemente, intentando llegar a todas las partes del pie: el talón, la planta, el empeine y los dedos. Es como si se tratara de un masaje especial para los pies, poniendo atención en cada una de las partes. Al finalizar, los pies se habrán refrescado, hidratado y relajado.